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FESTIVALES DE CINE

DIARIO DE SANFIC 4.2: Sonidos de Estambul, murmuros de NY

Hubo leves cambios en mi programación de ayer, así que finalmente estas son las películas que tuve en mi maratón:

«Crossing the bridge: The sounds of Istambul» de Fatih Akin: Estambul es la cuna cultural de Occidente. Contar su historia es contar la historia del mundo moderno. De esta forma, lo que hace Fatih Akin cuando visita a los principales músicos de Turquía no es un simple documental musical: es un viaje a la semilla musical de la civilización. Nada menos. Lo bueno es que el documental no pretende ser nada de eso, y su recorrido es más simple. Lo único que pretende Selim Sesler (músico de «Contra la pared» y alter ego del director para esta historia) es tocar música y conversar con músicos de todas las edades y formaciones, donde sea posible: al interior de un milenario baño turco, arriba de un edificio, en un bar campestre, en una tienda de tatuajes y arriba de un bote en el Bósforo (el título hace referencia al puente Fatih Sultan Mehmet que cruza el estrecho, y que une Europa con Asia). Las voces y los instrumentos colman la película de una belleza y una reflexión sobre las líneas que cruzan la música con los problemas politicos que antes no había visto. Esa frescura del tratamiento, más la trascendencia de lo que se ve y se dice en pantalla son de un contraste único y sorpresivo. Una gran gran película. Hay que presionar para que el festival agregue una nueva función.

«Como me da la gana» de Ignacio Agüero: A las 4 fue el encuentro con cineastas chilenos, y sorpresivamente volvió a exhibirse este documental de media hora de Ignacio Agüero. Ya debe ser la cuarta vez que lo veo, y me sigue llamando la atención esa capacidad de Agüero de ser una especie de detective privado que viaja desde el presente al pasado a preguntarles a los cineastas en qué estaban pensando cuando hicieron las películas que hicieron. De nuevo, un documental muy simple y potente a la vez. Para los que se preguntaban quién es Francisco Vargas, el director de «Tolerancia cero» que este año ganó el Altazor a mejor director de TV, bueno, acá lo pueden ver: dirigiendo a Lucho Aranguiz cantando la canción del título, en plena filmación del ya mítico documental «Santiago Blues».

«The living and the dead» de Simon Rumley: Cine de última función era una sección de la tele abierta en los ochentas que a uno le permitía ver películas que nunca se acordaba como se llamaban, pero que le dejaban pensando por la rareza de sus tramas. «The living and the dead» podría ser una de esas películas. Es la historia de tres personajes que viven en una derruida mansión en la campiña inglesa: una pareja de edad madura con un hijo de casi treinta años con cierta deficiencia mental. La madre está en cama enferma, y el padre debe salir de la ciudad. Como los enfermos no pueden cuidarse entre sí, una enfermera está encargada de llegar a la casa. Pero nunca se aparece, y además, el hijo sabotea su llegada. Más tarde se abren mundos paralelos donde la madre no está enferma, y es el padre el que está loco, etc, etc. Una película rara, y media gore. Pero sobre todo rara.

«El custodio» de Rodrigo Moreno: Esta película viene con la fama de ser el debut del director argentino que participó en la Competencia Oficial en Berlín. La película es una serie de viñetas sobre la apacible (y algo aburrida) vida de un Rubén, un guardaespaldas de un ministro del gobierno argentino. El ministro es un chanta, y Rubén un artista, porque hace dibujos en una libretita. La película se maneja es estas dimensiones de la caricatura, y aunque el relato es sólido, y la factura bien hecha, ni los personajes ni la historia tienen el peso (y el «simbolismo») con los que se les pretende arropar. Una película muy superflua con un final francamente ridículo.

«Mutual appreciation» de Andrew Bujalski: Y llegamos a una de las mejores películas que he visto en este festival. De nuevo, vuelve a confirmar que a veces todo lo que se necesita para hacer una película es una cámara y una convicción. «Mutual appreciation» podría tambien llamarse «Ezequiel Acuña, la película», porque pareciera una exploración a los personajes (y a la vida) del director de «Nadar solo». Bujalski y Acuña, aunque ven el mundo con diferencia, viven en la misma cuadra. Y probablemente le gustan las mismas chicas. La película, en blanco y negro y sin música incidental, es la historia de Alan (el carismático Justin Rice), un veinteañero que vive en Nueva York y está empeñado en armar su banda para tocar en vivo las canciones que ha escrito. Cuando va a un programa radial alternativo conoce a su conductora, una chica asiática con quien empieza a salir, pero más importante, quien le presenta a su hermano, que puede ser el baterista que Alan necesita. Paralelamente, Alan tiene una pareja de amigos, Ellie y Lawrence (Rachel Clift y el mismo Bujalski), a quienes visita a menudo y con los que se lleva muy bien. El afecto mutuo del título es la constatación de cómo esa conversaciones llevan a un sentimiento de cariño entre ellos que apenas pueden manejar. La película es puro diálogo, pero es emocionante, divertida, y simple como una guitarra. Imperdible absoluta de Sanfic, y buen aperitivo para ver la primera del mismo director, también este festival, «Funny Ha Ha».

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Eso por ahora. Hoy me tomo día libre de Sanfic. Se supone que el bueno de Felipe «Guachupé» Fernández irá al festival hoy, y nos contará de las películas que vea en este blog. A ver como anda la cosa. Yo vuelvo mañana. Saludos.