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ESTO ES PERSONAL

Un Mini en el Mapocho

Entiendo que esta mañana cae una lluvia torrencial en Santiago. Eso me recordó este artículo que publicamos justo hace 18 años para conmomerar uno de los íconos de la cultura pop chilena: las imágenes de las inundaciones de junio de 1982, en la que todos vimos (y cuando digo todos, literalmente me refiero a todos) caer un Mini en las aguas del río Mapocho. La idea era reconstruir los hechos lo más fielmente posible, con los testigos vivos de esas imágenes para futura referencia. Como el sitio de El Mercurio no deja acceder a su archivo lo dejo aquí precisamente para eso: para futura referencia.

Viernes 28 de Junio de 2002
Un Mini en el Mapocho

El 28 de junio de 1982, a las cuatro de la tarde, un auto se cae a un río y veinte años después nos seguimos acordando de él.

Por Gonzalo Maza

LAS PRINCIPALES PREOCUPACIONES de Chile en junio de 1982 eran: 1) Caszely se perdió un penal; 2) el dólar ya no vale $39; y 3) llueve, llueve, llueve, llueve.

Hace justo 20 años, las tres tragedias se dieron de corrido, todas juntas, una empujando a la otra. Y de las tres, los temporales de 1982 siguen en la retina de todo Chile por un Mini. Por cuatro segundos de imágenes de un Austin Mini 850 color blanco que estaba estacionado en el borde del río, que perdió el soporte por el desmoronamiento natural de la ribera, que se dio una vuelta de campana, cayó de pie (o de ruedas) y se fue navegando ahogado por la corriente.

Desde entonces, todos los años que llueve en Santiago y el río se sube más de lo esperable, aparece la imagen del Mini dándose una vuelta carnero, como la amenaza de la pequeña catástrofe que cualquier maestro del quedé-mal-estacionado pueda sufrir. O para recordarnos el desastre natural que debe ser que, en un par de segundos, uno pueda perder todo, por mini que sea.

EL AUTO QUE FLOTA. Los primeros en ver el Mini peligrando fueron Pedro Muñoz y Sergio Martínez, camarógrafo y asistente de cámara de TVN de esos años. La mañana del lunes 28 de junio de 1982, Martínez y Muñoz se encontraron con Santiago inundado por lado y lado. Había llovido desde el sábado, y la ciudad era una delicia: la Costanera hecha un río, Santa María un canal, las casas entre Manquehue Norte, Luis Pasteur y Juan XXIII tapadas con un metro de barro. Pega. Harta pega, muchos monos para hacer, pero pocas manos. Como se acuerda Manuel Martínez, jefe de camarógrafos de TVN de esa época, «la mayoría de los jefes y los camarógrafos se habían ido al Mundial de España. Nosotros quedamos a cargo cuando se empezó a inundar todo». Muñoz y Martínez andaban en eso, recorriendo Santiago mojado, cuando subiendo en un móvil de TVN vieron al Mini en peligro. «Estaba estacionado en el costado sur del río Mapocho, justo antes de la parte donde se junta con el Canal San Carlos», se acuerda ahora Sergio Martínez, que sigue trabajando en cámaras de TVN los fines de semana. «Nosotros lo vimos, pero tuvimos que partir a hacer otras imágenes más arriba. Eso sí, quedamos de volver antes de que se cayera. Porque se notaba que se iba a caer».

Aunque no llovía demasiado, las temperaturas más altas habían descongelado nieve en la cordillera, aumentando el caudal del Mapocho hasta los 1000 cc por segundo. Germán De la Maza, jefe de emergencias de la Municipalidad de Providencia en esos años: «El agua estaba corriendo al máximo. El río hace un ruido gigantesco, por las piedras, la velocidad y la revoluciones. Una vez, para esos mismos temporales bajé cerca del caudal, y nunca más volví a escuchar algo así en mi vida».

Ya desde la mañana el agua había empezado a comerse las riberas del Mapocho. El entonces alcalde de Providencia Herman Chadwick había asumido justo un año antes, y uno de sus primeros proyectos había sido concesionar un estacionamiento privado entre los puentes Padre Letelier y El Cerro, en la ribera Sur, con la finalidad de captar la necesidad del creciente comercio de Providencia de esos años. Pero no alcanzó a durar seis meses. El agua se llevó el estacionamiento.

Sin embargo, el Mini estaba una cuadra más arriba, justo al frente donde ahora está Sanhattan. «Luego de hacer las imágenes que teníamos encargadas, volvimos a ver el Mini, y lo vimos que seguía ahí estacionado con otros autos alrededor, y nos pusimos a esperar que se cayera», cuenta Sergio Martínez. Ahí se quedaron. Se juntaron curiosos alrededor. Al poco rato llegaron fotógrafos y otros camarógrafos. Todos esperando su caída. Y a las dos horas, a las 4 de la tarde del 28 de junio de 1982, el Mini cayó.

«Yo lo ví», recuerda De la Maza. «No sólo se llevó al Mini. Se llevó también un pedazo de Parque». «No sólo se llevó el Mini», repite Norberto Pavez, director de administración de la Municipalidad de Las Condes de la época. «Se cayeron unos seis autos, un Fiat 600, un Mercedes, e incluso una liebre que estaba al lado de Mini. Pero el Mini fue el único que se fue flotando». La carrocería del ese modelo fue una de las primeras de las que llegaron a Chile que estaban hechas de fibra de vidrio y no de fierro. Por eso flotó. Y se recuerda.

Las imágenes fueron las delicias del noticiario de ese día. Y de los días siguientes. Y de los resúmenes noticiosos de ese año y los siguientes. Y sigue ahí. Guardada en los archivos de TVN, cortada a casi cuatro segundos de duración, puesta en cámara lenta, inmortalizada en 102 cuadros de cultura pop chilena.

¿QUIÉN ERA EL DUEÑO? ¿Por qué estaba estacionado ahí? La verdad es que el terreno desmoronado pertenecía (y sigue perteneciendo) a la Municipalidad de Las Condes. Era el Aparcadero Municipal, el lugar donde llegan los vehículos que son encontrados abandonados en la vía pública. Según Carlos Correa, alcalde de Las Condes en esos años de inundaciones, «yo recuerdo que dije ‘avísenme cuando aparezca el dueño y me cuentan qué pasa’, y ahora que me pregunta, me vengo a acordar que nunca más supe qué pasó».

Lo que pasó, claro, es que el dueño nunca apareció. Según Norberto Pavez, el Mini estaba ahí, junto con otros 11 o 12 vehículos, esperando ser rematado. «En esos años, la normativa decía que cuando un auto es encontrado botado, la Municipalidad debe recogerlo, se hace una llamado en un diario importante buscando al dueño, y si nadie lo reclama, después de una publicación de dos años, la Municipalidad puede rematarlo». El Austin Mini, calcula Pavez, estuvo esperando eso «por lo menos desde 1979». En tres años, nadie lo echó de menos. Y fue quedando estacionado, de a poco, cada vez más cerca de la ribera.

«Tengo entendido que después aparecieron trozos de carrocería del Mini en Renca, a la altura de Carrascal», recuerda Pavez haber escuchado en las noticias. Pero los 25 kilómetros de viaje, a una velocidad de temporal, con 300 a 400 metros de pendiente, acompañado de grandes rocas arrastradas por el agua, habrían destruido completamente el auto, transformándolo en un remedo de lo que era.

REQUIEM. Hoy, frente al World Trade Center de Santiago, en la Costanera, a pasos del Puente El Cerro, y a metros del ex Aparcadero Municipal de la catástrofe, hay un recuerdo. Ahí, en 1989 los estudiantes de Arquitectura de la Universidad Católica de Valparaíso instalaron una escultura de Claudio Girola (hecha en ferrocemento y fierro galvanizado) y un poema de Godofredo Iommi. La obra, llamada Atenea, ahora tapada para evitarle más destrozos de los vándalos, fue puesta ahí en memoria del Mini y otros caídos. «Godo quería que se colocara precisamente en un lugar que diera cuenta de la vitalidad de Santiago, el lugar donde se juntan los dos ríos y se producen los desbordes», recuerda Miguel Eyquem, profesor actual de la carrera. Según Alberto Cruz, también responsable del proyecto, los estudiantes conocían la caída del Mini a metros de ahí, y en parte, confirmaba sus intenciones. Era su lugar. Su último recuerdo. En la base, entre medio de los grafitis, todavía se puede leer «Santiago. Donde la tierra tiembla, las aguas se desbordan».